Luz Neón
Manuel Basaldúa Hernández
La ciudad de Querétaro parece que se ahoga en si misma con la basura, con las fugas de aguas negras, con los desperfectos en las coladeras sin tapas, entre la maraña de cables que ennegrecen el espacio cercano, con las fugaces y feroces corrientes de agua pluvial, con sus grafitis contaminantes, entre otros vicios y afecciones urbanas.
Esto quiere decir que los ciudadanos deben participar en el sustento del medio ambiente, de la sostenibilidad y funcionamiento de un entorno limpio y equilibrado con la naturaleza. Tan solo para el año de 2022 en el país se generaban aproximadamente 108, 146 toneladas de basura diariamente. Los Estados con más concentración de habitantes representaban las entidades con más producción de desechos, es decir, seis Estados tiraban más basura que todo el resto del país.
Querétaro se ubicaba en ese año con una cantidad de 1,629 toneladas diarias de acuerdo al INEGI. No referimos los desperdicios industriales porque muchos de ellos están regularizados y bajo un estricto control gubernamental, además de que muchas de las empresas se cuentan dentro del programa socialmente responsable. En el contexto de las ciudades, si ajustamos el dato al 2025, el promedio cada persona tira un poco más de un kilo de basura diariamente. La basura se crea principalmente en las casas, las calles, los comercios, los mercados y los restaurantes, y mucha de esta basura tiene altas posibilidades de reciclarse.
En Querétaro el escenario actual en el 2025 es preocupante, porque se observa una gran cantidad de basura en las calles, principalmente en las esquinas, los postes, los rincones, los baldíos y cualquier resquicio que pueda ser utilizado para esconder o depositar desperdicios. Si consideramos el dato del INEGI podemos señalar que a medida de una gran concentración urbana y un mayor poder adquisitivo es directamente proporcional la generación de basura por habitante. Pero esta representa mayor contaminación a medida que el manejo de esta no es la adecuada para mantener los índices de higiene y ambientales necesarias.
Sin duda, se recriminará a la autoridad municipal que no logra satisfacer esos estándares de atención, sobre todo después de la decisión de concesionar el servicio de limpia desde hace varias administraciones provenientes del Partido Acción Nacional.
Pero más allá de esa pifia gubernamental y administrativa del Ayuntamiento, y ahora convertida en problema metropolitano con Municipios satélites a la capital del Estado, la ciudadanía debe contribuir a mitigar este problema. Los hábitos de las personas se han corrompido en el sentido que no hay prácticas ambientales pertinentes. De tal forma que se convierte en un problema parecido al efecto domino. Se genera la basura, se tira indiscriminadamente a la calle, y esta se va a las coladeras, y se taponan los ductos, y tiempos de lluvias se generan inundaciones, con afectaciones directas a los habitantes. Luego, también se generan fugas de aguas residuales en las calles y vías consecuentes. Podemos decir que hay exceso de basura y escases de civismo y ciudadanía actualmente en Querétaro.
Hace días el Dr. Pedro Flores, en uno de sus artículos – Los colores de la educación – señalaba precisamente esta ausencia de esta materia en los niveles de educación del país, y refería un estudio sobre Educación cívica y ciudadanía de la autoría de Andrés Sandoval en una Universidad del Reino Unido.
Esto me hizo recordar otro texto muy pertinente de los chileno Francisco Lizcano publicado en 2012, dice Lizcano que “el concepto de ciudadanía se une al de democracia, y se caracteriza por la necesidad de conciliar las exigencias de la participación con las de la gobernabilidad, por un lado, y por el otro, las de la justicia con las del mercado. A este respecto se habla de nueva ciudadanía con referencia a la necesidad de superar una cultura estatista (que conduce al Estado asistencial) en favor de una cultura social que va más allá del binomio Estado-mercado, y se abre al trinomio Estado-mercado-tercer sector (el denominado sector no profit, de carácter social privado). Consiguientemente, la c. no se define en términos de reivindicación (por parte de los grupos) ni de donaciones (por parte del Estado), sino en términos de responsabilidad, en el sentido de corresponsabilización.”
En suma, podemos decir que la ciudad y su gobierno local por si solos no pueden responder a todas las demandas ni los servicios de sus habitantes para lograr una calidad de vida llevadera y sostenible. Sobre todo, con personas locales que abandonan sus hábitos de colaboración comunitaria, o los nuevos habitantes que importan nuevas costumbres y nuevos hábitos que distan mucho de los que se aquí se requiere para lograr el propósito de una ciudad limpia, ordenada y con mucho ornato.
La limpieza de las calles empieza en las casas, y continua en las banquetas y se extiende a la ciudad.
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